Por Mariana Weschler
Los chicos pueden venir con un pan bajo el brazo, pero con un manual nunca y con un mapa, ¡menos! Cuando estás en el camino de la discapacidad, la ruta está menos señalizada que el resto. Es como tener que manejarte en una ciudad desconocida sin GPS. Sería algo así:
Los chicos pueden venir con un pan bajo el brazo, pero con un manual nunca y con un mapa, ¡menos! Cuando estás en el camino de la discapacidad, la ruta está menos señalizada que el resto. Es como tener que manejarte en una ciudad desconocida sin GPS. Sería algo así:
·
No
circulás por avenidas donde todo está señalizado, vas por calles alternativas
que puede que estén cortadas.
·
Cada
tanto te toca parar en una esquina para preguntar direcciones, tomar calles
deshabitadas procurando no meterte de contramano y dar vueltas en redondo.
·
Tenés
que salir dispuesto a viajar sin apuro por llegar a destino. Lo que creíste
podría ser un trayecto de días, puede que sea de años.
·
Desde
que ponés el motor en marcha, debés tener en claro que puede que no llegues a ese
lugar donde habías planeado sino que caigas en otro totalmente diferente. (Algo
como que saliste en ojotas planeando ir a la playa y llegaste a la nieve)
·
Cualquiera
sea el camino que te toque en suerte, tenés que evitar entrar en pánico. El
susto es como el bostezo, ¡contagioso! Y no querrás transmitirle eso a tu
pasajero. Te diría que mientras tengas
nafta en el tanque, ¡seguís para adelante!
Viajar sin GPS puede tener su lado
interesante. A veces encontrás gente muy dispuesta a indicarte dónde estás,
hasta puede haber alguno que se ofrezca a acompañarte.
Otros te desvían más de lo que
colaboran.
Hay momentos en los que te las tenés
que arreglar solo o esperar una señal.
Y cada tanto, cuando ya sentís que el
motor recalienta, como por arte de magia, la indicación que tanto andás
necesitando te viene del asiento de atrás del coche y es tu hijo el que puede
convertirse en guía. El que te da una pista de por donde seguir. El que recarga
el tanque como por arte de magia.
No es un drama, es un camino
diferente. Y no es por descalificar ni mucho menos, pero es más fácil
entenderlo cuando estás en el mismo carril. O al menos, cuando el otro tiene un
ratito para detenerse, transitar por la calle más lenta o más vacía y ver un
poco desde tu misma ventana. En cuyo caso, bienvenidas las propuestas de nuevas
rutas.
Total en este trayecto, aunque
andemos sin GPS, estamos abiertos a
vivir “recalculando”.
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