No es la
primera vez que escribo sobre mediciones, pero el tema siempre vuelve de uno u
otro modo. Desde que empezamos en búsqueda de un diagnóstico para Tati me
vienen ofreciendo y dando medidas, la mayoría tan inexactas como las del INDEC,
y muchas de las que no quiero ni saber. Como para sintetizar mi opinión al
respecto: las medidas son un número
intentando cuadrar en singularidades ¡¿?! Complicado. Para llegar a un número es
necesario rendir el examen. Y Tati es de las rebeldes que nunca responden lo
que la autoridad pide. Ella reprueba con alegría y me deja a mí con la
angustia. Los porcentajes tampoco han definido un sistema de tratamiento y
hasta donde yo sé, eso del “pronóstico posible gracias a una medición más
exacta”, no me fue de gran ayuda. De a poco aprendí que las medidas no me
llevaban a ninguna parte que no fuera a comprar algo a la farmacia para el
dolor de estómago posterior a su devolución. Así que solo tomo las que
considero inevitables. Ojo, no reniego de estudios y jamás diría “de esta agua
no he de beber”, pero la medida exacta me vendría fenomenal si llevara a una
solución exacta, que de momento no existe.
Superados
los tests de medición en la época en que buscábamos un diagnóstico, tuvimos un
buen tiempo de descanso. Pero cuando se acabó la escolaridad por los 14 años y
empecé en búsqueda de CET, retomamos los exámenes. Ahora eran de admisión. Si
bien estamos ambas más grandes y curtidas, no fue muy diferente a las primeras
pruebas. Ella no alcanzaba los objetivos y yo sentía que me llevaba todas
previas. Pasar de un bochazo a otro, es desgastante y sin duda no aporta a la
autoestima…
Como dice
mi mamá, todo llega. ¡La medida vino de buena onda! Encontré un CET (en un
millón) donde el formulario de preguntas apuntaba a lo que Tati sí puede hacer.
Parece una obviedad, pero siempre arrancan por lo que no puede, y ahí tengo la
lista sábana. Encontrar una institución/profesional que busque lo que sí puede
en vez de cerrarte la puerta por lo que no puede es un como un red bull
intravenoso. “¿Qué cosas le gustan?” “¿Cómo da a entender lo que quiere?”
“¿Cómo se maneja en un grupo?”
¿Cómo se
maneja en un grupo? Qué se yo, para mi rarísima, ¿pero sabés qué? En su nueva
escuela Manu la nombra desde el primer día y la lleva a la sala de la mano.
Fede no la deja ir sin saludar. Juana le regala un dibujo por día, tiene tantos
que ya compramos una carpeta para archivarlos. Y Camila la invitó a su
cumpleaños. La admisión ahí fue lenta, porque para ellos la medida necesaria
para entrar no estaba predeterminada, la iban evaluando de a poco y sobre la
marcha. Por ahora todo parece funcionar bien, ojalá así sea.
Es cierto a veces nos basta con aceptar que ellos no necesitan medidas, horarios, rutinas etc. Ellos son individualmente un mundo que necesitamos explorar y los tratamos tal y como ellos son viendo lo mejor para ellos. Me siento identificada gracias por tus palabras.
ResponderBorrarExcelente!!! Y como siempre, describiendo una realidad con tanto humor.
ResponderBorrarFelicidades por la madre luchadora incansable que tiene. Un abrazo desde la Ciudad de México.
ResponderBorrarFelicidades por la madre luchadora incansable que tiene. Un abrazo desde la Ciudad de México.
ResponderBorrarCuanto me alegro hayas encontrado el lugar q muchos seguimos buscando. Excelente tu nota. Abrazos a Tati. Sigamos adelante...
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