Desde que
comencé a transitar mi camino como "madre de un niño con TEA" (que
puede no parecer mucho tiempo para el común de los mortales, pero lo es en la
vida de mi hijo) encontré mucha gente con mucho para decir al respecto.
La mayoría hablándome
en condicional (podría, habría, tendrías), de la conveniencia de recurrir a un
profesional de otra especialidad (físicamente lo veo bien, esto es conductual, llevalo
a hacer unos estudios, el necesita otro tipo de escolarización) o en una manera
tan abstracta (lo ideal sería, en tal escenario, si acaso tuviéramos) que
terminaba muchas veces, tras un día de visitar profesionales calificados, en el
mismo lugar donde empecé.
Quizás solo
estaban dándome la oportunidad de aprender por mí misma de lo que éramos
capaces de hacer, o que acariciemos la desesperanza para que valoremos lo que
ellos tienen para ofrecernos y no nos quejemos.
No soy
docente, ni psicopedagoga, ni fonoaudióloga ni NADA. La verdad es que el único título
que tengo es el de la Secundaria (Perito en Comunicación Social) y el resto de
mis estudios inconclusos son más orientados al arte que a las nobles ciencias
de la salud.
No tengo
mucho dinero pero tampoco tengo necesidad de lujos materiales.
Mientras esperábamos
que los profesionales se pongan de acuerdo, rellenen y sellen formularios, el
tiempo pasaba y la relación de mi hijo y mi familia, pasó por un nuevo
reconocimiento, un nuevo aprendizaje de nuestros roles y lo que debíamos hacer
para seguir adelante.
Descubrimos
la manera en que se interesa por las cosas, como aprehende nuevos conocimientos
y habilidades, como empieza a reconocer en otros niños a personas como él
mismo, y como entonces se da cuenta que hay algo en él que no está en los demás.
Sí. Los
escuchamos siempre que alguien menciona la palabra autismo: "Están en su
mundo" como justificando con esa frase no hacer nada por integrarlos a
"nuestro" mundo, porque ellos se van a "su mundo" y no nos quieren ahí.
Lo
entiendo, supongo que alguien acostumbrado a hablar con alguien que te mira a
los ojos mientras asiente a cada palabra, pensara que una persona con autismo
no te oye. Me ha pasado a mí.
Pero luego
nació mi hijo y con trabajo aprendimos a comunicarme de otras maneras
Y lo vi, en
sus ojos, cuando poniendo en práctica lo que me habían recomendado familiares,
psicopedagogos y artículos de internet, me negué a darle un jugo que me estaba
pidiendo estirando sus manitos. Me miró a los ojos -lo logré- y le dije
modulando con mis labios: JUGO. JUGO. JUGO.
Él sonrió
al principio, luego hizo una mueca y sus ojos se aguaron antes de bajar la
mirada, pegar media vuelta y correr a la sala, sin su jugo. "No
puedo" decían esos ojos. Veía el entendimiento en su mirada, casi veía las
palabras subir por su garganta, asomarse hasta llegar a la lengua, y una
barrera invisible y poderosa que no permitían que salieran. "No
puedo" pensaba y me di cuenta, en ese momento, que él tomó conciencia, en la
manera primitiva y básica que puede manejar un niño de 2 años, su autismo.
Traté de no
llorar, no quería que confundiera mi bronca, ante la injusticia de que un niño así
tenga que lidiar con esta frustración desde tan pequeño, con lástima.
Porque es
mentira que no podés, hijo. Entiendo que lo sientas así, pero no lo es. Y en
estos dos años que pasamos, con las cosas que pasamos, las que dejamos atrás y
las que nos esperan adelante, podes MUCHO más de lo que vos y muchos más
imaginan.
Y por eso
estamos acá con vos, porque te queremos mucho y no te vamos a dejar caer.
Porque podés.
Obvio que puede, y puede muchisimas cosas mas...y recordalo siempre, que no te digan nunca que no puede...el que te lo dice es el que NO PUEDE.
ResponderBorrarme emociona mucho tu relato, yo soy papá de dos. me siento identificado.
ResponderBorrarCómo entiendo todo este relato. Entré de casualidad al blog y lo estoy leyendo en orden a ver si me ordeno yo también. Abrazos.
ResponderBorrarImosible no sentirse identificados, me ha pasado lo mismo, he logrado por breves momentos esa conección, donde mi bebe tomandome de la cara me miró a los ojos, en sus ojitos vi TANTOOOO con esos segundos de conección me dijo mucho más que mil palabras. Vale la pena todo esfuerzo, cada lágrima reprimida, cada sonrisa y detallle que para otros padres pasan desapercividos. Un abrazo . No hay techo para nuestros hijos !
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