lunes, 18 de julio de 2016

Orden y progreso

No me llevo bien con la rutina. Lo admito. Me asfixia de sobremanera tener todo predeciblemente en su lugar. Cada día elijo un camino diferente para llegar al mismo destino. Evito repetir salidas. Cuando en un negocio me reconocen y me saludan por mi nombre ya me empieza a entrar pánico. Supongo que este es el tipo de stress que experimenta el que sufre la condición opuesta y ante un esquema planificado surge lo imprevisto. Los extremos se tocan.
Hasta que tenés hijos. Ahí el fanático del orden aprende a aceptar una realidad que a veces  no se ajusta a sus cálculos y los espíritus libres del caos nos enfrentamos a la necesidad de establecer un poco de orden.
Porque 24 horas del dia son muy pocas para la cantidad de cosas que tenemos que hacer y -seamos sinceros- si súbitamente los días se alargaran un par de horitas más, nos las arreglaríamos para que no nos alcanzaran tampoco. ¡Pero claro! que el trabajo, las terapias, las actividades, las cosas de la casa… ¿de donde querés que saque tiempo para salir a tomar algo? “Y bueno, nena, es que tenés que organizarte”. En ese momento hay que respirar hondo y en vez de lanzar un improperio contra ese amable interlocutor, hacer un pequeño acto de instrospección y decir: “es verdad”.

"L'amour pour principe et l'ordre pour base; le progrès pour but" ("El amor por principio, el orden por base, el progreso por fin"). Por el caos puede ser muy divertido, pero la frustración de sentir que estar todo el tiempo ocupada pero al final no tener ningún resultado, no.
No tengo la receta de la felicidad, pero sí algunos tips que me han ayudado y por ahí le sirva a alguien más.


Inbox Zero
Esto me lo enseñó un superior que tuve cuando recién empezaba a trabajar en la empresa. Se aplica principalmente a la organización de emails, pero se puede aplicar en un sentido más amplio, a cuestiones prácticas que tenemos que enfrentar el dia a dia. La idea es despejar la mente de preocupaciones para que esté liviana y sea más productiva. El secreto es asignarle a cada “problema” la prioridad adecuada y a partir de eso ponerlo en su lugar, que no quede dándote vueltas en la cabeza distrayendote de lo que tenes que ocuparte en ese momento:
  • Si el problema es simple de resolver y podés tardar menos de 2 minutos en hacerlo, parás de hacer lo que sea que estés haciendo y lo resolvés. (ej: un cordón desatado, poner a cargar el celu, mandar un mensaje que diga “Ok”, ir a comprar algo al negocio de al lado antes de que cierre, etc). Problema resuelto, fuera de mi cabeza.
  • Si el problema es un poco más complejo, determinemos primero si realmente necesito hacer algo con él. (ej, crisis en medio oriente, esa amiga que otra vez se peleó con el novio, el futuro, la economía, los spoilers en internet, esperar un llamado, algo que quedó pendiente en la oficina, etc) No le estamos restando importancia, solo estamos admitiendo que realmente no hay nada que tengamos que hacer al respecto así que podemos sacarlos de nuestra cabeza. Chau. ¡Nos vemos en otro momento, problema!
  • Si el problema es complejo y definitivamente NECESITA de nuestra intervención de nuevo tenemos que decidir su prioridad. Si es algo que no nos va a dejar seguir con nuestra vida hasta que no lo resolvamos (cargar la SUBE, destapar el inodoro, conseguir un turno, pagar la factura de un servicio antes de que lo corten, bañarnos, etc) lo hacemos. Lo resolvemos y listo, chau de nuestra mente.
  • Si el problema es prioritario y no podemos resolverlo en ese momento, establecemos en que momento lo podemos resolver (mañana, hoy después de las 6, la semana que viene, etc) hacemos como un mini plan de cuando podemos ocuparnos activamente de ese problema. Una vez que tenemos el plan, lo dejamos ahí esperando al momento que hayamos decidido ocuparnos de él. Como ya hicimos un plan y sabemos que por el momento no hay nada más que hacer al respecto, lo sacamos de nuestra cabeza.


Tengo un teléfono con android asi que uso mucho el calendario de Google. Las citas y fechas importantes, los horarios de reuniones y terapias, todo lo tengo en el calendario con una notificación que hace que me ocupe de cada una de esas actividades en el momento adecuado, no antes.
Por supuesto que no existe el método infalible. Y lleva mucha práctica hacerse el hábito. También podrán decirme que no siempre podemos aplicarlo y que grandes problemas que te atacaran antes darnos tiempo a hacer todo este análisis… pero si aplicamos esto con el resto de los problemas, cuando caiga ESE problema, nuestra mente va a estar mucho más despejada y alerta, no en ese continuo estado de agotamiento constante de todas las cosas que “tengo que hacer” mezclado con las que “estoy haciendo” y las que “no se por que tengo en la cabeza”.


Agendas diarias
Esto es más viejo que la escarapela. Personalmente todos los años me compro una agenda que completo religiosamente hasta abril/mayo y luego siguen hojas en blanco hasta fin de año que termino usando para hacer garabatos.
Conocí hace un tiempo un nuevo enfoque de estas agendas, se llama Chronodex. Es simpático y visual, dos cosas que siempre me hacen feliz. Hay muchas maneras de aplicarlo, no hace falta hacerlo todos los días, pero es una gran ayuda para cuando te das cuenta que no estás teniendo suficientes resultados.
Es muy personal así que podés adaptarlo a tu manera de hacer las cosas. Lo importante es que combinado con listas de tareas, descubrimos que las horas del día están ahí siempre, si sabemos aprovecharlas.
De paso, está demostrado científicamente que tachar ítems en listas de tareas libera dopamina = te hace feliz. Así que ¡a ponerlo en práctica!
Sirve tanto  para hacer tareas pendientes como para organizar un momentito personal. Pintar un cuadrito de la agenda con “Dibujar”, “Tejer”, “Ver una peli” también está bueno.

Sistemas de recompensas
Más de uno de ustedes deben haber dado con esto. En casa todavìa no lo aplico con mi hijo más chico, pero lo probamos con el más grande, de 11 años, y conmigo (¡claro que si!) y está muy bien. El sistema consiste en asignar un valor positivo a las tareas realizadas, créditos, que luegos se canjean por premios. Jugar con la tablet o salir a comer fuera, se convierten en premios que “gastan” los créditos acumulados. ¡Es como un juego! Y como todo juego hay que definir las reglas de entrada. ¿Cuántos créditos gano por aprender algo nuevo? ¿Y hacer la tarea a tiempo? ¿Barrer la vereda? ¿Lavar los platos?
Claro que son cosas que siempre hacemos, pero registrarlas y asignarles un valor las visibiliza y uno no se siente tan inútil. Después de todo, las cosas malas que hacemos siempre saltan a la vista, registrar y celebrar las cosas buenas no está nada mal y nos permite darnos gustos sin culpas.
Existen varias apps para hacerlo más interactivo, especialmente con los chicos. Esta me gustó mucho https://www.choremonster.com/ se puede instalar en los dispositivos de padres y niños para ir asignando tareas y compartir los progresos.
Hacerlo en papel también está bueno, en un cuadernito que permita un registro histórico o en forma de carteles para pegar en la heladera o en la pared.


Esos fueron mis dos centavos sobre el tema.

¿Ustedes cómo sobreviven al caos?

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