lunes, 21 de marzo de 2016

Entrar en personaje

Cuando era chica sufría de timidez extrema. No la timidez de una señorita delicada o de un niño poco acostumbrado a el contacto con la gente. Se trataba de una cuasi discapacidad social para establecer todo tipo de contacto con  personas que no fueran de mi círculo íntimo. Por suerte mi mamá encontró un tallercito de teatro para niños y me inscribió para que probara que pasaba. Fue mi mejor terapia, en poco tiempo aprendí a dominar mi ansiedad ante situaciones sociales y al dia de hoy la gente no me cree cuando les digo que soy tímida. Es como un truco de magia, cuando la ansiedad ante un encuentro aparece, hago ZAS y me transformo en extrovertida, como si fuera un personaje de una obra de teatro donde no hay nada que temer. ¡Solo es un diálogo!
No es que mi vida sea una mentira, pero digamos que encontré la manera, a través del teatro y el trabajo de expresión corporal que estudié ahí, de manejarme entre la gente como “una persona normal”: poder establecer vínculos, poder expresarme, superar una entrevista de trabajo, llamar al mozo para que me cobre, hacer trámites por teléfono…
Muchas veces, cuando lo veo trabajar a Víctor con sus terapias, encuentro un poco de mi misma luchando contra mis limitaciones. Lo veo superar algunas de nuestras expectativas “entrando en personaje”, es muy obvio que no surge de él el hacer algunas cosas, pero que se da cuenta que lo debe hacer porque es lo que se espera de él. Por un lado siento una profunda empatía pero por otro, como soy madre, es mi deber sentirme extremadamente culpable para arruinarlo todo. Una parte de mí tiene miedo que Víctor crea que no lo queremos tal como es. Es chiquito, por supuesto, dudo que esté en edad de tamaña introspección existencial… ¿Pero no le estará llegando el mensaje subliminalmente? ¿Que deba anular todo lo que lo hace diferente para volverse igual a los demás? Trato de tener mucho cuidado con estas cosas, porque realmente creo que el mundo no lo vamos a cambiar actuando todos de la misma manera. Por supuesto que trabajo todo el tiempo las normas sociales, sobre cómo debe comportarse en público para molestar lo menos posible al resto. Pero también me gusta hacer al revés, dar vuelta el tablero,meterme en ese mundo y tratar de entender sus reglas. Ahí debo ser yo quien entra en personaje y olvidarme por un rato lo que nos piden siempre afuera y jugar a redescubrir el universo, trato de ver todo desde su punto de vista hasta que lo normal parece ridículo. Ahí él es el rey y yo la que hago lo que se espera de mí aunque no termine de entender por qué lo hago. Él se da cuenta y se ríe conmigo.
Y entonces sí, nos sentimos un poco mejor.

2 comentarios:

  1. Me senti tan identificada... a veces me preguntoque pasaria si mi hija (8 años,s. De asperger)un dia patea el tablero y deja de hacer cosas xq sabe q yo las espero. Amo wste blig! Karina

    ResponderBorrar
  2. Me senti tan identificada... a veces me preguntoque pasaria si mi hija (8 años,s. De asperger)un dia patea el tablero y deja de hacer cosas xq sabe q yo las espero. Amo wste blig! Karina

    ResponderBorrar