lunes, 12 de octubre de 2015

Un camino sin GPS


Por Mariana Weschler
Los chicos pueden venir con un pan bajo el brazo, pero con un manual nunca y con un mapa, ¡menos! Cuando estás en el camino de la discapacidad, la ruta está menos señalizada que el resto. Es como tener que manejarte en una ciudad desconocida sin GPS. Sería algo así:

·         No circulás por avenidas donde todo está señalizado, vas por calles alternativas que puede que estén cortadas.
·         Cada tanto te toca parar en una esquina para preguntar direcciones, tomar calles deshabitadas procurando no meterte de contramano y dar vueltas en redondo.
·         Tenés que salir dispuesto a viajar sin apuro por llegar a destino. Lo que creíste podría ser un trayecto de días, puede que sea de años.
·         Desde que ponés el motor en marcha, debés tener en claro que puede que no llegues a ese lugar donde habías planeado sino que caigas en otro totalmente diferente. (Algo como que saliste en ojotas planeando ir a la playa y llegaste a la nieve)
·         Cualquiera sea el camino que te toque en suerte, tenés que evitar entrar en pánico. El susto es como el bostezo, ¡contagioso! Y no querrás transmitirle eso a tu pasajero.  Te diría que mientras tengas nafta en el tanque, ¡seguís para adelante!

Viajar sin GPS puede tener su lado interesante. A veces encontrás gente muy dispuesta a indicarte dónde estás, hasta puede haber alguno que se ofrezca a acompañarte.

Otros te desvían más de lo que colaboran.

Hay momentos en los que te las tenés que arreglar solo o esperar una señal.
Y cada tanto, cuando ya sentís que el motor recalienta, como por arte de magia, la indicación que tanto andás necesitando te viene del asiento de atrás del coche y es tu hijo el que puede convertirse en guía. El que te da una pista de por donde seguir. El que recarga el tanque como por arte de magia.

No es un drama, es un camino diferente. Y no es por descalificar ni mucho menos, pero es más fácil entenderlo cuando estás en el mismo carril. O al menos, cuando el otro tiene un ratito para detenerse, transitar por la calle más lenta o más vacía y ver un poco desde tu misma ventana. En cuyo caso, bienvenidas las propuestas de nuevas rutas.
Total en este trayecto, aunque andemos sin  GPS, estamos abiertos a vivir “recalculando”.



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