lunes, 19 de octubre de 2015

Sobre recompensas y la pelusa del duranzo

Por Cecilia Acevedo

¡Te re- bancamos, Jimmy!
Foto sacada de esta otra nota.
Me llegó hace un par de semanas, como me llegan muchas veces noticias similares, la nota sobre Jimmy, un joven y talentoso músico con autismo. En ella vemos el trabajoso camino de Jimmy y su mamá, que desde el principio nadó contra la corriente para darle a Jimmy un futuro.
Nos encantan estas notas, por supuesto. Nos encanta ver chicos que nacen "con desventaja" que luego con perseverancia y trabajo duro, no solo alcanzan al resto sino que superan las espectativas promedio de cualquier individuo tengan o no necesidades especiales.
Por un lado nos da esperanzas, a todos:

  • "Si una persona con discapacidad pudo, yo, que estoy 'bien' podré también"
  • "Si ese chico pudo llegar ahi, el mío puede algun dia superar sus problemas de comunicación"
  • "Si mi hijo empezó peor que ese chico y ya está superando los mismo hitos... ¡Quien te dice que no me salga también una gran personalidad publica en el futuro!"

Claro que también se da a la inversa, muchos leen esta nota y tienen a creer que cualquier chico con autismo es en realidad un genio esperando a romper el cascarón y fascinarnos con sus super poderes autistas. Pero como nos pasa a los neurotípicos, no todos estamos destinados al éxito. Tenemos derecho, todos, a ser simplemente una persona común, feliz de ser quien es aunque no reciba condecoraciones o figure en los titulares de algun diario.
Tenemos derecho a ser una simple oficinista, maestra, albañil, programador, etc, modestamente efectiva en lo que hace.
Porque aunque sean unos pocos grandes genios quienes marquen la dirección hacia el futuro, somos las personas "comunes", las de todos los días, quienes hacemos el entorno de cada uno de los que habitamos este precioso planeta azul.

En estas notas, muchos exaltan la pasión del protagonista, de nunca rendirse y el gran esfuerzo que han de realizar para poder alcanzar sus sueños. También la abnegada entrega de su madre, que aunque todos le decian que era inútil, ella movió montañas y luchó contra la adversidad por su hijo (¿es que las madres tenemos otra opcion?). Y por supuesto, la desinteresada ayuda de muchos profesionales y maestros, que apostaron por esa persona aun cuando no fueran a recibir nada mas que la satisfacción de verlo conseguir sus sueños.

Me encanta, por supuesto, me fascina ver que otros vean lo que nosotros vemos en nuestros hijos. Su esfuerzo, su lucha, su capacidad, la felicidad de los objetivos cumplidos, la satisfacción de ser bueno en algo y la felicidad de poder devolvernos algo de todo lo que reciben de nosotros.
Pero por otro lado me entristece que esto se vea como algo ajeno, y de nuevo no hablo solo de niños con necesidades especiales. Se dice que se requiere un pueblo para criar un niño, pero en los tiempos que corren pareciera que solo se requiere una madre que se encargue de proveer a su hijo todo lo que este requiera siempre y cuando no moleste al resto de los ciudadanos que no tienen por qué sufrir las molestia presencia de estas criaturas ruidosas.
Todos los niños son responsabilidad de todos. Incluso de quienes decidan no tener hijos. Un hijo no es un capricho de quienes no tengan madera de triunfar en su carrera. No es un accesorio de moda. No es una mascota. No es un seguro de vida para tener quien te cuide cuando seas viejo.
Un hijo, un niño, es un individuo, que el día de mañana será maestro, artista, doctor, ingeniero, abogado, albañil, político, enfermero, asistente social o lo que se le ocurra. Los niños que hoy ves corriendo y gritando, el dia de mañana estarán tras un escritorio sirviendote o sobre tu cabeza proyectando los edificios que utilices o en el senado peleando por tus derechos o en el escenario deleitandote con su talento artistico.
Nos encanta ver violinistas virtuosos, pero detestamos oír al principiante haciendo ruidos.
Nos encanta que nuestro equipo de futbol gane torneos, pero no soportamos a los jovenes entrenando en el parque.
Nos encanta ver que un joven con autismo es el nuevo Einstein, pero no lo queremos en nuestras escuelas junto a los niños "normales".

En resumen, adoramos el exito y los laureles, pero no el esfuerzo colectivo que nos lleva a ello.


No tiene que ser así. Vos, persona sin hijos, persona con hijos "normales", podés ser parte de esta historia también. Mis hijos no te están quitando nada, al contrario: tienen mucho para darnos, como cada niño. A todos. Sólo necesitan un poco de nuestra confianza.
Se los aseguro: Lo vale.

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