lunes, 6 de junio de 2016

Las redes de la red

Estoy tratando de desintoxicarme de las redes sociales. Juro que me cuesta, son más adictivas que el café. Pero en cualquier momento, levanto una moción para que antes de suscribirse les sumen una advertencia al mejor estilo: CREERSE LO QUE LEE AQUÍ PUEDE SER PERJUDICIAL PARA SU SALUD MENTAL. MEJOR PRUEBE CON UN ATADO DE CIGARRILLOS A LA SEMANA. En serio. Es que en el mundo virtual las vidas de la mayoría son perfectas. Los padres/madres, son los mejores del planeta. Los hijos son siempre una bendición que les traen solo alegrías. Son varias veces las que me pregunto: “¿será que el caso de la mía es el peor de todos?”
Por suerte aun existe la comunicación directa. Cuanto menos telefónica. Hablo con mamás afines. Una me cuenta “se me distendió el brazo porque la gorda está descontrolada y no la puedo atajar”. Otra me dice “No dormí un carajo y tengo un humor del ojete, le grité hasta al gato”. La más simpática “de los nervios me salió un sarpullido, imaginate donde…” Y no es que mal de muchos consuelo de tontos, pero el sinceramiento alivia. Que si van a ser todos perfectos, mejor se junten a tomar té desteinado en Truman Show y me dejen a mi tranquila con mi vida imperfecta y mis miles de errores. 
Claro que no es siempre así, tremendo. Hay momentos buenos y otros complicadísimos. Tanto que sentimos que nadie en el mundo nos puede entender a menos que esté pasando o haya pasado por lo mismo. Está claro que una no anda buscando en el facebook un posteo reflexivo o un bajón. Pero el espejo de la vida ideal, a veces te liquida.
Me encanta saber que hay pibes que mejoran en dos días con la técnica del abra cadabra. Y no saben cómo desearía que me pasara lo mismo. Me torturo pensando que allá afuera en alguna parte existe un perro que probablemente pese tres toneladas y haya que pasearlo todas las mañanas ida y vuelta a Luján, pero seguro que ESE ES el que se vincularía divinamente con Tati y le enseñaría hasta a respetar los semáforos. Las fotos en la nota que acaban de subir me lo demuestra: hay un pibe que gracias a su mejor amigo de cuatro patas duerme como un angelito y se porta como un príncipe. Quiero ese perro. Y no lo quiero, porque si hoy me tengo que sumar la caminata a Lujan en ayunas me agarra un ataque. 
Entiendo que no puedo ser la madre perfecta. Ni la que LOGRE o CONSIGA todo por ella. Soy limitada. Ella también. Pero con limitaciones y todo debo aprender a procesar. El autismo dificulta la capacidad de procesamiento, los estímulos con demasiados y todos juntos. Yo que no tengo autismo, para decodificar la información de las redes tengo que aplicar varios filtros. De verdad que deseo que a la gente le vaya bien. Necesito que la ciencia, la medicina, quien sea, encuentre terapias y tratamientos exitosos. Por ahora, lo nuestro es de a pasitos, no de a saltos. Así que para encontrar la belleza en lo que hay, con sus limitaciones, también necesito apagar la pantalla y focalizar en mi casa. Tati no responde al abracadabra, pero hace su magia. No tiene logros muy medibles, pero los tiene. No saldrá en las noticias, pero tiene tela y trama para miles de notas. Tendremos que ir desenmarañándolas juntas. Y separadas. Claro que ella tiene mucho que aprender, pero yo ni les cuento. Por empezar, y en su lógica mucha más piola que la mía en varios aspectos, a ella un aplauso la pone contenta, un like… ¿qué carajo es?

2 comentarios: