martes, 21 de junio de 2016

El mundo (TEA) es un pañuelo

Hace rato que vengo con la sensación de que los padres de chicos del espectro autista somos una especie de comunidad. Yo soy de la colectividad (judía) y alrededor mío es común la pregunta “¿te conozco del club, del schule, que apellido tenés?”, y que esa pregunte derive en algo concreto. Bueh, a mi eso tanto no me pasa como ver una cara conocida que responda a la pregunta: “Te conozco de…¿terapia/cet/taller de habilidades sociales/ grupo padres tea?” Si, si, así de bizarro. 
Hace poco Tati estuvo invitada al cumple de una amiga –nota al margen: súper evento que la inviten a un cumple, ¡y nada menos que de una chica!—. Ni bien entramos vi unas caras conocidas, “a estas nenas la tengo” le dije a la mamá de la cumpleañera, que no tardó más de un segundo en presentarme a la mamá de las susodichas. Dicho y hecho, las nenas las tenía recontra vistas de facebook, y de paso aclaro que las fotos no les hacían justicia: son todavía más bonitas en persona. (Convengamos que entre las habilidades autísticas, posar para la cámara no está en el top 5.) Cuestión que conversar con ella y las otras madres del festejo era más fácil que un reencuentro de egresadas. Encontrar lugares, situaciones  y personas en común sale fácil como el “que tal” después del “hola”.
Amigas recientemente separadas cuentan acerca de sus encuentros con hombres desconocidos, de tinder y otras redes para conocer gente. Yo no puedo siquiera visualizarme en una situación de esas. ¿Con qué cara? ¿Con qué palabras? ¡Ni con qué ropa sabría! En cambio, encarar padres/madres con niños del espectro autista, me parece casi natural. ¿Me estaré volviendo loca, inadaptada social o simplemente desubicada? El otro fin de semana paré a una señora por los lagos de Palermo para que me explicara cómo había logrado que su pibe (para mí era fácilmente reconocible miembro de la comunidad TEA) aprendiera a andar en bici. Tal vez no sé leer las expresiones faciales de la gente, pero les juraría que se lo tomó con total naturalidad y me contó sin ningún problema técnicas e historia.
Creo que ya lo escribí antes, pero algo de todo lo que te dan los hijos la posibilidad de conocer gente nueva. De la mayor tengo amigos entrañables, a las que apuesto, voy a conservar para la vida. Con el menor, algunas amigas que me dan la alegría de tener a mano bebés porque son más pendex. Y con Tati, he conocido gente que de ninguna otra manera me hubiera hablado. Así que, si me agarro de la onda del agradecimiento —una vez me tocaba ponerme buenita, últimamente venía hecho una bruja— debo agradecer a Tatu por haberme cruzado en la vida con muchas personas interesantes y muy diferentes a mí, que de otro modo jamás hubiera conocido. Desde una maestra, a una abogada, a un dibujante, a una actriz, ¡hasta a una policía! Personas que arman ong, otras que luchan por la legalización del canabis. Una loca suelta que anda dibujando historietas en rosario y una vecina dulce con quien puedo caminar y descargar pulgas. Con algunas tendremos más que ver que con otras, pero con todas tenemos esa experiencia en común que nos habilita el intercambio sin demasiadas preliminares…Che, ¿a ustedes les pasa lo mismo o estoy del tomate?

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